Ensayo sobre Mario Vargas Llosa
Sobre el muro del rencor I nquirir en las bóvedas del inconsciente es siempre peligroso, pues al momento de salir, enfrentaremos al nuevo sol con otros ojos. La cantidad de explicaciones empíricas y teóricas serán lo suficientemente incisivas con el presente. La desnudez del alma es la pureza de la mente. En razón de esto, seremos nosotros mismos quienes abramos la herida en la inocua carne de las ilusiones a un paraíso terrenal. Vargas Llosa es Teseo. Salió del laberinto por arriba. Los que se quedaron atisban desde abajo la silueta del hombre que nunca perdió la esperanza de que alguien más trepe por la infinidad de sogas que, en cada libro nuevo, arroja, y aunque muchos lo intentamos, los dedos blandos de la ignorancia y la maldad frenan, muchas veces con éxito, nuestro éxodo. Latinoamérica es el hogar de los ángeles caídos. La mayor parte de sus detractores no lo han leído. La cantidad de leyendas urbanas acerca de su vida privada generan tal morbo que he llegado a pensar que odia