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Mostrando las entradas de diciembre, 2021

Antes de la Luz

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Empecemos -me dijo- a vivir lejos del ruido. Busquemos una casita rústica a las afueras de la ciudad. ¿Nunca te conté lo mucho que me gusta el valle? En los senderos empedrados, la luna se acuesta a descansar, y así, totalmente desempañada me ha mostrado la puerta de calle en medio de las madreselvas. Tendremos un estanque -continuó- donde derramarás el hierro y el oro, y así, tan limpio como antes de la luz del trailer, junto al estanque podrás tumbarte al sol de las dos de la tarde sin urgencias y sin reciprocidades. Pero... ¿Nos visitarán nuestros hijos o  nuestros fantasmas? -preguntó.  No, todo está bien. Ambos, ambos nos vendrán a ver. Y no importa, porque soy capaz de recibirles con los brazos abiertos con tal de no verte triste. No llores por favor. -contesté llorando sin lágrimas, para adentro, como lava que no sale por el cráter.   Llora nomás. -me dijo- Llora conmigo, y que sepan que no estoy loca. Llora por mí, porque yo no tengo ya más lágrimas que evaporar. Incluso creo q

El índice

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Los autos no frenan. La Carolina se desdibuja y en su lugar aparecen rayas que crecen y paren a otras rayas que engordan y llenan éstas, junto con las anteriores, la ventana del taxi. Mis ojos llenos de sal arden como el fuego griego. Cierro la luz. La angustia es idéntica a las pesadillas que tenía de niño cuando estaba solo en un cuarto de paredes húmedas a mil kilómetros de alguien que me amara. Tengo, al igual que en esos años, ganas de volar o mejor dicho de despertar. Un sonido interno me destruye los tímpanos. Sin embargo, me tomas del dedo; con fuerza sujetas el índice y comprendo la dicha que tengo al tener un índice del cual te puedas sujetar.  En tus ojos encuentro una oración, una sentencia. “Tranquilo”. Sudo, lloro y vos sonríes. El viento seca el sudor de la nuca y las lágrimas se evaporan hacia el hogar del cielo. La ciudad no se detiene, tu amor tampoco.  La luz viaja sobre el puente de La República. En poco tiempo estaremos donde el doctor. Deseo que nuestro destino fu